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Homenaje a Bernarda y Fernanda de Utrera y a Juan Maya "Marote"

De Ateneo de Córdoba
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La sola pronunciación de los nombres de "Las Niñas De Utrera" calificativo mairenista impuesto allá por los albores de los años 50 del pasado siglo, causa respeto y veneración por la gran significación de la que gozan Bernarda y Fernanda dentro del más gitano y puro flamenco desde que este arte empezó a mostrarse a través de los medios técnicos que han hecho posible un mejor conocimiento por parte del aficionado.

Hay que remontarse al año 1952 en la que la inolvidable película de Edgar Neville "Duende y misterio del flamenco" ya comienza a atisbar el perfil de estas dos hermanas en su estado primigenio aunque algo incompleto por las exigencias limitativas del propio guión. Muy jóvenes entonces, suponemos seria dificultoso sacarlas de su hábitat natural para exigirles una cierta disciplina escénica delante de la cámara, si bien la fidelidad de la grabación daría, a pesar de las restricciones técnicas de entonces, una imagen muy aproximada de lo que más tarde llegarían a ser.

Nietas de Fernando Peña Soto El Pinini, festivo personaje que engrandecía sus cualidades cantaoras bajo los efluvios etílicos en la Fuente Vieja de su pueblo y que formaba el alboroto como recoge la letra por bulerias de la propia Fernanda, eran poseedoras de ese ancestral sentido en lo que lo gitano y lo andaluz se funden en un dolor étnico, milenario, telúrico y trascendental que aflora de la más profunda y "oscura raíz del grito" que decía Lorca.

Fernanda encumbró la soleá hasta ser ella la soleá misma, ese monumento levantado sobre la base de su quejido espeluznante que emergía del hondón recóndito, misterioso y abisal de su entraña. Se ha dicho que era la sucesora de Mercedes "La Serneta" aunque nunca la oyera por la no coincidencia en el tiempo, pero esta afirmación que nos puede inducir a pensar en un cierto mimetismo con el vehículo casi siempre imperfecto de la transmisión oral, posiciona a Fernanda como la mejor soleaera de todos los tiempos al no contar con ninguna referencia audiovisual en la que apoyar cualquier comparación. Una trágica batalla se libraba cuando acometía los tercios en una lucha consigo misma donde se rompía literalmente la garganta. Un roto que según algún que otro cantaor que aplica la disciplina del "bel canto" en sus interpretaciones, "le recorría el cuerpo de arriba abajo," ignorando tal vez que ahí es donde el cante jondo establece la diferencia con otros géneros, y el único camino posible en la difícil búsqueda del duende en el que las técnicas pasan a un segundo plano, para mostrar el dramatismo del cante en toda su desnudez y jondura. Pero si en este cante alcanzó cimas insuperables, las bulerias, los tangos, las cantiñas de su abuelo "El Pinini" y los fandangos formaban parte de su corto pero intenso repertorio. En el ritmo buleaero metía tarantos, fandangos, malagueñas y todo aquello susceptible de ser bañado por un compás único y personalísimo en el que su hermana Bernarda no le iba a la saga. Es impensable poder encasillar a estas Niñas de Utrera sin en el envoltorio supremo de la buleria donde tenía cabida hasta la copla andaluza que ellas elevaban a la categoría de cante grande. Títulos como el Romance de la Reina Mercedes, en la voz de Bernarda, o el de Juana La Loca en la de Fernanda, son dos de los muchos ejemplos que impregnaron a este género de una grandeza única e inimitable.

Muchos fueron los guitarristas que acompañaron a ambas en una nómina donde destacan el gran Diego del Gastor, Juan Carmona "Habichuela" Paco del Gastor, Pedro Bacán, etc. No obstante la significación de las grabaciones con Juan Maya "Marote" merece un respeto y un detenimiento en profundidad por parte de la afición flamenca que injustamente ha relegado al olvido a uno de los más flamencos guitarristas de estos tiempos. La modesta contribución de la Peña Flamenca de Córdoba en este homenaje a estas tres figuras ya desaparecidas ha de verse desde el tono reivindicativo que también exige la talla de este guitarrista, nacido en el Sacromonte granadino y que una vez curtido en el fragor de la fiestas para el turismo de las cuevas, da el salto a Madrid. Su toque viril de una flamencura que alcanzó cimas rara vez logradas, hizo que se contara con él para grabaciones de cantaores que en los años 70 se encontraban en la plenitud de su carrera. Solo o conjuntamente con su paisano Juan Carmona "Habichuela" se implicó en inolvidable trabajos entre los que destaca el disco registrado con el nombre de "Flamenco puro de Mañuela Vargas" en la que las voces de Fernanda y Bernarda, se sumaban a la del Turronero, Pepa de Utrera y a la de un joven Fosforito que por razones de exclusividad discográfica con la casa Belter hubo de figurar en las reseñas como Antonio del Genil. El propio maestro de Puente Genil ya recurrió a su toque en otra grabación histórica en la que la primera falseta de alzapúa que abre las bulerias de Cádiz ha quedado como ejemplo y reliquia del más puro sabor gitano.

Pero parece ser que debido a razones no del todo explicables, aunque probablemente sustentadas en la vertiginosa ascensión de la guitarra de hoy con malabarismos y velocidades escalofriantes, el toque de Marote quedó como una reliquia para un cortísimo número de aficionados. Tomó posesión en una frenética batalla del más difícil todavía, el abusivo conocimiento del diapasón que casi anula el sonido hondo de las seis cuerdas que cumplían la misión primordial de secundar al cante sin molestar y a la vez imprimiéndole lo que este demanda: un entendimiento recíproco en una perfecta armonía de conjunto en la que la que la guitarra, cumple con la sagrada misión de enaltecerlo.

Hoy es el tiempo del desarrollo de la guitarra que alcanza alturas insospechadas e impensables hace unas décadas. Con todo el mérito que esto comporta y que ha catapultado nuestro instrumento al más exigente panorama musical, hay que seguir reivindicando ese toque que nos vuelva a transportar a la verdadera raíz flamenca. Muchos lo consiguieron y la relación citada da fe de ello. Juan Maya "Marote" fue fiel hasta su desaparición del concepto de esa flamenca forma de tocar. Por ello la discografía grabada con Fernanda y Bernarda merece una atención por parte del aficionado que descubrirá claras señales de raíces jondas en ambos aspectos. Es esa una de nuestras intenciones en este homenaje a esas tres figuras ya ausentes que no nos fue posible hacerlo antes tal vez por las dificultades para que Fernanda y Bernarda en su tiempo artístico más expansivo hubieran acudido sin más a nuestro requerimiento. Pero estamos convencidos que la presencia de Juan Maya "Marote" sí hubiera sido posible cuando ya prácticamente retirado se afincó en su Granada natal viviendo de los recuerdos y contemplando como su concepto de guitarra jonda, iba diluyéndose en el olvido sin que nadie alzara la voz para reivindicarla.

La contribución de la Peña Flamenca de Córdoba con este homenaje en su Semana Cultural esta fundamentada en el reconocimiento de estos tres artistas que marcaron toda una época de esplendor gitano flamenco, y para que su recuerdo siga vivo y no sea derribado por el viento huracanado de las nuevas formas que nos invaden. Bienvenidas sean, siempre que tengan como esencial reivindicación, el flamenco de siempre el del hondo sabor que a nadie puede dejar indiferente.
Francisco del Cid García