Ateneo de Córdoba. Calle Rodríguez Sánchez, número 7 (Hermandades del Trabajo).

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Lunes 11 de Mayo. Conferencia de MANUEL VACAS." LA GUERRA CIVIL EN EL NORTE DE LA PROVINCIA DE CÓRDOBA.LAS BATALLAS DE POZOBLANCO Y PEÑARROYA- VALSEQUILLO". (Presenta Antonio BARRAGÁN).Todos los actos en la Sede del Ateneo.

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Francisco Ibáñez

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Francisco Ibáñez Talavera (Barcelona, 15 de marzo de 1936), es un historietista español, perteneciente a la segunda generación o generación del 57 de la Escuela Bruguera, junto a autores como Figueras, Gin, Nadal, Raf, Segura o Martz Schmidt. Creador de multitud de series humorísticas, como la popular Mortadelo y Filemón, muchas de ellas se perciben todavía en España como un icono esencial de varias generaciones y muchos otros dibujantes de cómic posteriores reconocen su gran influencia.

Biografía

Infancia y juventud

Nacido en Barcelona, Francisco Ibáñez trabajó en un banco, labor ésta que compaginaba con colaboraciones para revistas como Alex (1951), Chicolino, y La Risa (1953). Para esta última revista, creó portadas y series como Don Usura, El coleccionista de relojes, La familia Repollino y sobre todo Haciendo el indio, la primera de cierto éxito del autor, al ser reproducida también en el suplemento semanal de La Prensa de Barcelona.

En el verano de 1957, Ibáñez decidió dedicarse por completo a la historieta y entró a formar parte de la plantilla de Paseo infantil, que desapareció al poco tiempo. Pudo comenzar a trabajar, sin embargo, para la remodelada Hipo, Monito y Fifí (Marco, 1958), donde destacó entre todos los demás autores de la publicación gracias a Melenas y Kokolo, que anticipan la violencia de sus futuras creaciones. Simultáneamente, empezó a a aportar páginas de chistes sobre un tema determinado o un deporte para las centrales de la revista El DDT de Bruguera. Como recuerda Armando Matías Guiu, "el chiste era el primer paso para conseguir un personaje de las revistas".

Será al año siguiente cuando aparezca la primera entrega de Mortadelo y Filemón en la revista Pulgarcito. Desde entonces y durante la década de los años 1960, Ibáñez fue creando y adaptando algunos de sus mejores personajes para diferentes revistas de la editorial: La familia Trapisonda (Pulgarcito nº 1418, 7 de julio de 1958), 13, Rue del Percebe (Tío Vivo, 1961), El botones Sacarino (El DDT, 1963), Rompetechos (Tío Vivo, 1964) y Pepe Gotera y Otilio (Tío Vivo, 1966).

Madurez

En 1969 publica El sulfato atómico, la primera historieta larga de Mortadelo y Filemón. Para el teórico Jesús Cuadrado el éxito de ésta, limitaría a la postre la creatividad del autor:

La industria, el padre insaciable y saturnal: Su voracidad, engulló al vasallo, acabó con la creatividad de Ibáñez, un gran fabulador, un más que excelente narrador que se bautizó con las mismas sales (o parejas o parecidas, pero siempre ejemplares) que las de algún genio del Benelux.

En 1985 Ibáñez abandonó la editorial Bruguera, que se había quedado con los derechos de sus personajes, de tal forma que todas las historietas protagonizadas por los mismos (y no sólo algunas) fueron desarrolladas durante un tiempo por otros autores, como Ramón María Casanyes. Mientras tanto, Ibáñez comenzó a trabajar para Grijalbo, donde creó nuevos caracteres para la revista Guai!: así nacieron Chicha, Tato y Clodoveo, de profesión sin empleo y más tarde, Rebolling Street.

Tras la publicación en 1987 de la Ley 22/1987, de 11 de Noviembre, de Propiedad intelectual, que confirmaba la propiedad de las obras por parte de los autores, Ibáñez entró a formar parte de Ediciones B y desde entonces realiza 6 nuevos álbumes de Mortadelo y Filemón por año donde aparecen abundantes elementos de la actualidad y de las modas del momento en que los creó.

En 1994 recibió el Gran Premio del Salón del Cómic de Barcelona por conjunto de su obra y en 2001 le fue otorgada la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.

También en 1994 ayudó junto a un equipo de Ediciones B y de la BRB Internacional a realizar la serie de animación Mortadelo y Filemón.

Estilo

Tanto Vázquez como Ibáñez se caracterizan por presentar una sucesión continúa de gags desde el principio hasta el final de la historia, de tal manera que en una viñeta se prepara el gag que se va a producir en la otra. Como continúa explicando Armando Matías Guiu:

En Ibáñez tras una caída aparatosa en la que el personaje queda despachurradísimo, hecho fosfatina, en la viñeta siguiente se levanta tan tranquilo y sigue como si no le hubiera pasado nada. Cultiva el humor del absurdo, difícil de lograr; un humor espontáneo, brillante, con situaciones desquiciadas, brutalmente cómicas. El humor de Ibáñez es avasallante, te mete en su tinglado y te lleva dónde quiere.

Configuran así un tipo de humor mucho más directo y explosivo, más propenso a la carcajada, que el de sus predecesores, como Peñarroya o Escobar.

Caricaturas en sus obras

El propio Ibáñez se ha caricaturizado numerosas veces en sus historietas, llegando a ser un personaje más e incluso el principal en algunas. Se presenta en estas ocasiones como un individuo engreído que cobra muchos millones por dibujar y también (esto se acerca más a la realidad) que trabaja mucho, aunque sus propios personajes hacen burla de su capacidad para dibujar bien. También era habitual en sus tiempos en la Editorial Bruguera que, en números especiales, la redacción fuera caricaturizada y los trabajadores y dibujantes más conocidos ejercieran de personajes en una trama historietística.

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