El truco del manco

• Dirección: Santiago A. Zannou.
• País: España.
• Año: 2008.
• Duración: 87 min.
• Género: Drama.
• Interpretación: Juan Manuel Montilla "Langui" (Cuajo), Ovono Candela (Adolfo), Javier Iglesias "Gordo" (Chacho), Elio Toffana (Galleta), Fanny Gatibelza (Cristina), Juan Navarro (Marquitos), Alicia Orozco (madre de Cuajo), Mala Rodríguez.
• Guión: Santiago A. Zannou e Iván Morales.
• Producción: Luis de Val y Aitana de Val.
• Música: Woulfrank Zannou.
• Fotografía: Albert Pascual.
• Montaje: Jaume Martí.
• Dirección artística: Llorenç Miquel.
• Vestuario: Ana Herce.

RESEÑA CRÍTICA.-

Hubo un tiempo en que estuvo de moda un divertimento de entrevista consistente en requerir del entrevistado que definiera con una sola palabra un personaje o una obra; aunque, por lo general, poco preciso, dadas las limitaciones de la fórmula, el mecanismo solía (y suele) ser bastante relevador para las dos partes implicadas, la definidora y la definida. Si tuviera que practicar tal juego en relación con “El truco del manco”, no se me ocurriría palabra más apropiada que intensidad; se podrá objetar que poco, casi nada, dice tal etiqueta acerca de las bondades o calidades del film enjuiciado, pero, créanme, no es fácil posicionarse con claridad ante una propuesta tan particular como la que el debutante Santiago A. Zannou hace con esta su opera prima.

Una película cuya pretensión fundamental es la de ofrecer un relato descarnado y creíble de un mundo de marginalidad y marginación; un territorio que, sin caer en los abismos más extremos de la miseria, sí que queda bastante alejado del acomodado y pequeño burgués ambiente del público habitual de las salas de cine. Y lo hace a través de una trama sencilla y sin mayores complejidades argumentales, en la que pesa más la voluntad del retrato de unos personajes tan individualizables como arquetípicos a la vez que la intención de contarnos una historia que, en última instancia, no deja de ser un episodio de trapicheos cotidianos sin mayor trascendencia. En ese aspecto, “El truco del manco” viene a ser una muestra más de una línea de cine social que, dentro del marco general de la cinematografía española, no llega a ser especialmente prolija, pero tampoco carece de cierta entidad.

¿Y en qué elementos distintivos se ha basado la propuesta de Zannou para obtener una relevancia —y, no lo olvidemos, un reconocimiento bastante alto, con la obtención de varios premios Goya— que, a priori, no cabía esperar para un film de ese corte y presupuesto? Pues, básicamente, en dos: en la frescura de sus diálogos, tremendamente ajustados al mundo real que se ficciona (aunque, quizá, el recurso a la expresión malsonante llega a hacerse, en ocasiones, abusivo: cabe entender que así se habla habitualmente en tales ambientes, pero las dosis llegan a alcanzar volúmenes extraordinarios); y en el tour de force interpretativo que se marca el amo y señor absoluto de la función, José Manuel Montilla, el Langui. Decir de este muchacho que es el protagonista principal de la película no indica con la claridad suficiente hasta qué punto su presencia, torrencial, histriónica —a veces, eso sí, un tanto sobreactuada— y de una naturalidad desarmante, llena la práctica totalidad de los planos del film y hace que el resto del elenco apenas alcance la condición de meros comparsas girando a su alrededor. No es Laurence Olivier, ni siquiera Javier Bardem, pero tampoco le resulta necesario: las premisas bajo las que se desarrolla su trabajo las cubre, y con suficiencia, y, de esa forma, se erige en la baza principal de la película y su atractivo más estimable.

Se puede, pues, concluir que no es “El truco del manco” un film destinado a alcanzar altos honores, esos reservados a las obras maestras; pero sí que se trata de una propuesta digna y honesta, en la medida en que no nos da nada inferior ni diferente de lo que nos promete: un retrato fiel de esos extrarradios de la clase media-baja, esos márgenes por los que se mueve gente como Enrique el Cuajo. Y no le pierdan la pista a ese chaval, José Manuel Montilla: carne de interpretación en estado puro, al que sólo le falta atemperar impulsos y modular matices. Tiempo al tiempo...

--Manuelmarquez (discusión) 17:45 12 ago 2009 (UTC)